Ola de calor

Con la ola de calor encima de nosotros no es sencillo elegir zona de pesca. Pescar algunos ríos bajo un sol de justicia se puede volver una travesía por el desierto ya que las truchas desaparecen por completo a nuestros ojos.

Elegimos río un día antes sabiendo que esto nos podía pasar pero el calor desde luego que no nos iba a quitar las ganas. Un caudal bastante sensato para pescar en cualquier modalidad nos recibía pronto por la mañana. Sin nada de mosca a la vista comenzamos pescando una preciosa bifurcación a ninfa, cada uno por un lado. Como en últimas jornadas se hizo desear la primera captura.

La mañana no estaba siendo todo lo productiva que nos hubiera gustado, pescamos varias zonas con resultados muy escasos, eso sí, de muy buen porte. Había muy poca actividad así que nos fuimos en busca de una buena sombra para comer y descansar un buen rato, el calor pesaba mucho.

Cangrejo rojo de las marismas (Procambarus clarkii)

Con energías renovadas volvimos al ataque. Empezamos a recorrer el tramo río arriba por la orilla con la intención de divisar alguna trucha activa pero eran pocas las que se encontraban en las zonas paradas buscando alimento. Pudimos ver una muy buena bastante activa, comiendo ninfas e incluso cebándose pero apenas, tras dos lances, huyó asustada hacia su escondite. Había que ir con pies de plomo.

Llegamos entonces a una zona de aguas muy rápidas que pedía ninfa a gritos, eran aguas anchas para poder pescar los dos tranquilamente y la verdad que nos esmeramos para intentar salvar el día tan duro que llevábamos, y por suerte, el río respondió.

De vuelta al coche con los deberes hechos y pensando en recoger los bártulos, volvimos a dar otra oportunidad a la zona cercana al coche. Era la zona donde más habíamos pescado durante el día y, casualidades de la vida, salió una de las mejores de la jornada. Con la de veces que pasarían las ninfas por ahí...

Día duro, sobre todo por el calor, pero que al final tuvo recompensa en forma de unas preciosas truchas muy fuertes.