Al mal tiempo...

Nueva visita al río, tras un par de semanas sin contacto, en uno de mis tramos preferidos y que no me ha defraudado pese a las malas condiciones climáticas. Lo cierto es que cada uno tenemos los días que tenemos para ir a pescar y hay que adaptarse a lo que te encuentras en el río. En este caso fue un cambio brusco de temperatura propiciado por la masa de aire polar que llegó a la Península el viernes y que nos ha dejado un fin de semana de bajas temperaturas y fuertes vientos.

Sabiendo esto decidí no madrugar demasiado, buscando el tramo del día donde la temperatura alcanza su máximo, cosa que hizo que me encontrara ya con un par de pescadores por el río. Busqué mi hueco en una zona con una buena corriente y tabla justo encima donde comencé a pescar a ninfa. No me costó demasiado conseguir las primeras capturas ya que estaban bastante activas, logré llevar tres a la mano y otras tantas que perdí, incluida un muy buena que me abrió el anzuelo. Se me olvidó rellenar la caja con ninfas que tenía en casa y tiré de lo que había... 

Pescando la corriente se empezaban a ver algunas efémeras volar, cuando el viento lo permitía, por lo que me acerqué a la tabla superior para comprobar que, efectivamente, las truchas estaban reaccionando a la presencia de ignitas. En estos primeros compases, en torno a las 12:30, la eclosión era poco numerosa pero con una actividad arriba más que aceptable. Decidí poner entonces esta imitación de shuttlecock que placa muy bien y a mi parecer es una de la mejores imitaciones para emergentes. Conseguí engañar a las tres truchas que tenía al alcance, una llegó a la mano, la otra solo la revolqué y la tercera se llevó la mosca. 

La eclosión era sobre todo de S. ignita con algún bétido testimonial. Había que pescar muy lago, la sensación era que cada paso que dabas ellas avanzaban un metro en su posición. Se me hacía muy complicado presentar bien tan lejos y menos con la caña de ninfa de 10´ y linea 3 a la que le puse el carrete de seca. Además había que sumar el viento en contra con algunas rachas muy fuertes así que os podéis imaginar como terminé con el brazo.

Según iban pasando los minutos la eclosión fue a más y con esta mosca no conseguía nada, pasé de tres clavadas seguidas en 10 minutos a que pasaran olímpicamente de ella: parecía que se centraban más en ejemplares alados. Puse entonces la imitación más fina de una oliva clara que encontré en la caja y en la curva del anzuelo até una pequeña ninfa oscura que hice durante el confinamiento para este preciso momento. 

Pues de nuevo acerté ya que logré cuatro capturas más, no sin esfuerzo, de las que tres tomaron la seca y una la ninfa. En esta ocasión también revolqué otras tres o cuatro, clavar tan lejos con una caña tan blanda es complicado. Los tamaños no es que fueran nada del otro mundo, de hecho parecían clones unas de otras, pero se comportaban de forma muy brava.

Parecía que la cosa se calmaba, ya eran pocas las truchas que cebaban y estaban muy muy selectivas. Además, tenía que ir esperando los intervalos sin ráfagas de viento para poder lanzar decentemente. Ante tal situación fue el turno de mis pequeños “barones” o spent rojos en los que tengo gran confianza y parece que las truchas también ya que, a la primera posada, me partió una tremenda trucha que se cebada junto a la orilla opuesta, una lástima. Otra más tomó el barón pero se me enredó en unas ramas hundidas y también perdí trucha y mosca.

Ya se hacía insoportable el pescar en esta situación, un viento desesperante unido a que llevaba varias horas metido en el agua con un frío que ya me llegaba a los huesos. Lo cierto es que abandoné el río muy contento, no tanto por mi desempeño, pero sí por ver una buena cantidad de peces y con tan buena actividad arriba.