Días duros

Tras unas cuantas buenas jornadas de pesca, o al menos bastante aceptables, llegaban un par de días difíciles con muy poca actividad de los peces. Son un par de salidas recientes, primeros de julio,  en el río Pisuerga con Jesús y en el Órbigo yo solo.

La primera transcurría en aguas del río Pisuerga a su paso por el acotado de Quintanaluengos, coto que hacía ya unos cuantos años que no pescábamos. El día no pintaba malen cuanto a condiciones, sin demasiado calor pero sí algo de viento que aumentó demasiado a lo largo del día.



Comenzamos tanteando las primeras corrientes cercanas al coche con optimismo pero lo cierto es que tardamos en conseguir la primera, la cual fue de muy pequeño porte al igual que las siguientes que entraron a engaño. Seguimos afanosos por las buenas corrientes intentando encontrar los buenos ejemplares que alberga el tramo pero no hubo manera; seguíamos tocando algunos peces pero todos pequeños, incluso alguna boga de vez en cuando sucumbía a las ninfas.



Las truchas no estaban en postura; el escaso caudal y la gran cantidad de barbos y bogas con sus constantes peleas entre ellos seguro que alteraban la tranquilidad de los salmónidos. Tras comer tranquilamente volvimos a sus orillas pero el viento se había vuelto casi insoportable y únicamente pude clavar un par de bogas con unas hormigas en CDC en el rato que estuve. En fin, una pena pero bueno, quizá no fue el mejor momento para visitar esta zona.

La otra salida fue algo más corta, en la que pescaría unas 5 horas. Al igual que en la anterior, el día estaba bastante templado, incluso nublado por momentos y sin mucho aire. Estas condiciones me hacían pensar que sería un buen día de actividad y de mosca pero nada más lejos.

La primera captura, una trucha bastante maja que me dio buena pelea, la conseguí en un tramo rápido y profundo tras un buen rato insistiendo abajo con las ninfas. Al final resultó bastante infructuoso el trabajo: únicamente toqué un par de truchas más que no logré llevar a la sacadera.



Como veía que se animaba a salir algo de mosca, monté la línea de seca y me fui a las tablas con la esperanza de que algunos peces aprovecharan esta aparición. La verdad es que las tablas, tanto las lentas como las rápidas, tenían una pinta magnífica, pero no vi absolutamente ni una cebada en las 2 o 3 horas en las que apareció mosca, no mucha pero la suficiente  como para que hubiera algo de actividad. No tuve la oportunidad de capturar ejemplares salvo este anecdótico Ecdyonurus que pasó volando a mi lado, la eclosión era de pequeños bétidos de esta época.



Estuve mucho rato pescando al agua con una pequeña efémera con la cual obtuve esta trucha que no sé ni como le dio por subir a por ella, la única cebada que vi en todo el día fue a mi mosca. 

Cero actividad durante la aparición de mosca por lo que cuando esta desapareció completamente, di por finalizada la jornada con este escaso resultado. Es cierto que a primera hora, cuando llegué, volaban por el río muchas ignitas realizando la  puesta, seguramente ejemplares que eclosionaron el día anterior al anochecer lo que me hace pensar que probablemente haya estado habiendo buenos serenos durante esos días.

Comentarios

  1. En los días duros es donde la experiencia juega un papel importante. Y tú ya tienes mucho a tus espaldas.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. El verano se vuelve muy complicada la pesca de estos peces y tampoco he podido estar a las horas de mayor actividad... Pero bueno, vamos librando bolos jejeje Gracias Josiño!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario