Lecciones


Confiado de mí volví a repetir escenario con la lección aprendida del último día y con una táctica bien planeada para cada momento. La idea era pillar el momento en el que la eclosión que suele ser, y digo suele ser, habitual por estas aguas estuviera a punto de comenzar.

Como llegué pronto y todavía había un ambiente frío pero muy soleado tanteé las corrientes con un par de ninfas, en esta ocasión con más peso debido a la subida de caudal respecto a la otra semana. La cosa estaba difícil, más tiro y más agua de lo que parecía hacían que pescar a ninfa se complicara bastante. Las venas no tan definidas y con muchas turbulencias provocaban que las imitaciones no derivaran como me gustaría pero insistiendo un poco logré varias capturas.





Alguna efémera solitaria ya volaba por el río por lo que me acerqué a la tabla próxima. Un tramo lento y muy ancho que hacía que la crecida apenas se notara, al menos a las sensaciones del pescador. Pues allí me encontraba yo, justo una semana después, en el mismo sitio y a la misma hora pero las condiciones era diametralmente opuestas: mucho más calor, sin nubes, sin viento y con más caudal.


Alguna trucha ya tomaba las pocas efémeras que discurrían, pude ver como comían ejemplares alados y emergentes indistintamente. Pensé que la baza de la emergencia me daría buenos resultados con la shuttlecock pero no fue así, absolutamente ningún resultado. Puse entonces una efémera amarilla muy pequeña, montada muy fina con dubbing antron y CDC pero tampoco me hizo engañar a ninguna, tampoco la pequeña ninfa oscura que iba detrás de ella.



Eclosión poco prolífica compuesta por estos Baetis e ignitas

Unas truchas dejaban de cebarse ante la insistencia y otras iban dando señales unos metros más arriba, el caso es que había oportunidades y no las estaba aprovechando. Era consciente de que la combinación de un día tan soleado con unas aguas tan transparentes iba en mi contra. Estaba pescando con el bajo lo más largo posible que me permite mi que me niego a bajar, para intentar lograr derivas lo más naturales posible y que el hilo no diera mucho el cante.

En estas que me acordé de esta imitación en spent de una fuscatus. Una imitación fina y delicada, con una silueta característica que estos momentos quería ser más atractora que imitación fiel a lo que realmente estaba pasando en el río. Esperé a que alguna de estas truchas se delatara para ponerle a tiro la mosca; lancé y cuando llegó a la zona de las desaparecidas ondas, la trucha tomó franca la pequeña mosca.



Se me terminaba el espacio y el tiempo, empezaba a cubrir bastante y apenas llegaba ya a las pocas truchas que se cebaban en lo más profundo, seguramente limitado por mi técnica de lance, pero hubo una a la que podía llegar no sin esfuerzo. De nuevo, la mosca cayó un metro o metro y medio por delante de ella, parece que la deriva fue aceptable y no dudó en tomarla.



Truchas no de gran porte, tónica habitual, pero muy difíciles y asustadizas cuya captura conlleva una gran satisfacción. Tras este buen rato de pesca, y con un sol bastante fuerte encima fui a almorzar y a beber algo para pescar otro rato después.


Me acerqué entonces a otra tabla que estaba sin tocar pero la actividad era absolutamente inexistente salvo alguna cebada dispersa, casi anecdótica. Demasiado calor. Puse de nuevo todo el repertorio antes contado e incluso alguna más, pescando al agua y sobre alguna que daba signos de vida. Solo una se lanzó como loca a por el barón rojo, saltó incluso fuera del agua a por él, pero no pude clavarla ante la lentitud de la clavada por la sorpresa.

Seguí con el barón pescando al agua pero nada de nada así que a media tarde, ya cansado, recogí para poner punto y final a otra didáctica jornada de pesca en la que todo lo que tenía planeado de casa no me sirvió de mucho.

Unas setas de chopo (Agrocybe aegerita), excelente comestible

Comentarios